El Primero de Mayo es el Día de los Trabajadores, (no el día o la fiesta del trabajo). Lo es por su origen histórico. Como lo recordamos en esta edición, la fecha conmemora la lucha por la jornada de ocho horas y el sacrificio de los mártires de Chicago, ahorcados por defender esa causa.
En nuestro país el carácter de día de lucha, de protesta y de balance cobra relieve mayor debido a que casi todos los derechos laborales han sido suprimidos, incluida la jornada de trabajo de ocho horas, que fuera conquistada en el Perú –antes que en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos– el 15 de enero de 1919.
Hay ahora acá un predominio del empleo precario, a plazo fijo. En sus redes caen sobre todo los jóvenes y las mujeres. Ese tipo de trabajo significa inseguridad en el puesto y carencia de seguridad social, de vacaciones, de tiempo de servicios.
Rige en el ámbito laboral la desregulación neoliberal impuesta por el Banco Mundial.
Una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica grafica la atmósfera de pánico social creada acá: 75 por ciento de los trabajadores temen ser despedidos en los próximos meses.
Añádase a eso el nivel espantosamente bajo de sueldos y salarios, el alza creciente de los productos de consumo popular; súmense las jornadas de trabajo de 10 ó 12 horas, sin pago extra; agréguese que empresas como Topy Top se ensañan con quienes se atreven a sindicalizarse, o, peor aún, a ser dirigentes sindicales, y se tendrá, en pocas líneas, un cuadro de la realidad de los trabajadores peruanos, hoy.
Los despidos de dirigentes sindicales, que fueron masivos en el gobierno de Francisco Morales Bermúdez, van más allá de la tragedia personal. Buscan infundir miedo en las filas laborales. En Estados Unidos, ése ha sido factor decisivo en la merma asombrosa de la sindicalización.
Frente a eso, los trabajadores, representados en la CGTP y en la Federación de Trabajadores de Construcción Civil, han decidido participar directamente en las justas electorales.
En un notable foro reciente, en Construcción Civil, se recordó que dos presidentes de América Latina, provienen de la lucha sindical: Luiz Inácio Lula da Silva y Evo Morales. Lula fue dirigente metalúrgico durante décadas. Evo luchó largos años en el sindicalismo obrero y campesino.
Ambos mandatarios han salido airosos de la prueba. Time acaba de declarar a Lula como la persona más influyente del mundo. Evo goza de popularidad creciente.
Sin duda que la acción laboral en el plano político se centrará en la lucha por los derechos sindicales, contra los despidos, por aumento de sueldos y salarios (sobre todo el salario mínimo) y contra la corrupción.
Sin desnaturalizar su carácter de frente único, el sindicalismo puede refrescar así la política peruana.
FUENTE: LA PRIMERA
1 comentario:
yaa...tienes razonn...jaja
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