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Conocí a Edwin Calle en la I. E. Dolores Cavero de Grau en el 2002. Fue el primer maestro que me estrecho las manos dándome la bienvenida al llegar a ese colegio. No lo olvidare. Fui testigo de su intenso trajinar cotidiano en el sindicato, el colegio, el CONARE SUTE LIMA. Siempre sencillo y campechano. Haber nacido en la sierra apurimeña le permitió conocer y trasmitir sencillez a raudales. Terco, imbatible y tenaz en el debate sindical. Pero, igualmente noble y generoso para extender la mano al ocasional contendor. Fue eso lo que admire siempre en Edwin. Sencillez, humildad que enaltece, grandeza total.
Cuantas veces discrepe con el respecto al tema político - sindical. Pero, el siempre buscando el consenso, el acuerdo. Tranquilo Juan, no podemos partirnos, hay que procesar correctamente las diferencias. Su madurez, al final, terminaba imponiéndose. Aprendí mucho de el, nuestro hermano mayor.
¿Puede alguien ahora imaginar que ese hombre físicamente pequeño sufría las indiferencias de muchos maestros por el sindicato? Me jode (decía Edwin) que los maestros no hagan nada frente a la brutal pateadura del gobierno contra el magisterio, el persistente atropello de sus derechos. Y los maestros nada. Eso hacia sufrir a Edwin, su enfermedad también. No entendimos eso. Duele decirlo ahora.
Nos despedimos el jueves pasado, horas antes de partir a Cora Cora enviado por el sindicato para apoyar a los compañeros ayacuchanos. Juancito deja tu soberbia y acepta la generosidad de los maestros provincianos. Pórtate bien y tráete un quesito para tu amigo. Siempre llamándonos la atención, corrigiéndonos entre risas. Fueron sus frases de despedida en el glorioso Dolores Cavero de Grau, bastión del sindicalismo clasista. No lo olvidare. Hasta la llamada de Edgar la tarde del domingo comunicándome su accidente fatal.
Se va nuestro compañero y hermano mayor cuando el sindicato atraviesa una dura prueba de resistencia y legitimidad ante el magisterio. Sobre todo ahora que el Estado ha arrinconado al sindicato pretendiendo su liquidación absoluta. Tiempos difíciles el que nos toca vivir, sin duda. De aquí adelante el esfuerzo será mayor, el desprendimiento total, ahora mandan las convicciones, como el decía, el factor ideológico.
Persistamos en la lucha compañeros. Este es un duro momento para quienes creemos que un mundo nuevo es posible. No arriemos nuestras banderas de lucha, no abdiquemos de nuestra fe socialista. Otros luchadores sociales como Edwin brotaran en el camino y las multitudes cambiaran la historia.
Conocí a Edwin Calle en la I. E. Dolores Cavero de Grau en el 2002. Fue el primer maestro que me estrecho las manos dándome la bienvenida al llegar a ese colegio. No lo olvidare. Fui testigo de su intenso trajinar cotidiano en el sindicato, el colegio, el CONARE SUTE LIMA. Siempre sencillo y campechano. Haber nacido en la sierra apurimeña le permitió conocer y trasmitir sencillez a raudales. Terco, imbatible y tenaz en el debate sindical. Pero, igualmente noble y generoso para extender la mano al ocasional contendor. Fue eso lo que admire siempre en Edwin. Sencillez, humildad que enaltece, grandeza total.
Cuantas veces discrepe con el respecto al tema político - sindical. Pero, el siempre buscando el consenso, el acuerdo. Tranquilo Juan, no podemos partirnos, hay que procesar correctamente las diferencias. Su madurez, al final, terminaba imponiéndose. Aprendí mucho de el, nuestro hermano mayor.
¿Puede alguien ahora imaginar que ese hombre físicamente pequeño sufría las indiferencias de muchos maestros por el sindicato? Me jode (decía Edwin) que los maestros no hagan nada frente a la brutal pateadura del gobierno contra el magisterio, el persistente atropello de sus derechos. Y los maestros nada. Eso hacia sufrir a Edwin, su enfermedad también. No entendimos eso. Duele decirlo ahora.
Nos despedimos el jueves pasado, horas antes de partir a Cora Cora enviado por el sindicato para apoyar a los compañeros ayacuchanos. Juancito deja tu soberbia y acepta la generosidad de los maestros provincianos. Pórtate bien y tráete un quesito para tu amigo. Siempre llamándonos la atención, corrigiéndonos entre risas. Fueron sus frases de despedida en el glorioso Dolores Cavero de Grau, bastión del sindicalismo clasista. No lo olvidare. Hasta la llamada de Edgar la tarde del domingo comunicándome su accidente fatal.
Se va nuestro compañero y hermano mayor cuando el sindicato atraviesa una dura prueba de resistencia y legitimidad ante el magisterio. Sobre todo ahora que el Estado ha arrinconado al sindicato pretendiendo su liquidación absoluta. Tiempos difíciles el que nos toca vivir, sin duda. De aquí adelante el esfuerzo será mayor, el desprendimiento total, ahora mandan las convicciones, como el decía, el factor ideológico.
Persistamos en la lucha compañeros. Este es un duro momento para quienes creemos que un mundo nuevo es posible. No arriemos nuestras banderas de lucha, no abdiquemos de nuestra fe socialista. Otros luchadores sociales como Edwin brotaran en el camino y las multitudes cambiaran la historia.
VIVA EL SUTEP
VIVA EL SUTE 14
HONOR Y GLORIA AL c. EDWIN CALLE ALATA.
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